domingo, 1 de mayo de 2016

Carta a la desfachatez.


Entablar, entablar, entablar conversación,
luchar, luchar y luchar sin pasión,
no me convence.
                                                      STOP.

Como una de esas tardes
en las que despierto con una canción en mente,
que no tomo café,
por si me vuelvo aún más demente,
que no dejo de soñarte
de respirar por donde pasas,
de taparte con sábanas
hasta que llegue mañana.

De ahogarnos y que vuelen las cenizas
de lo que un día fuimos,
ahora hecho trizas.

Que no muchacho, que no se sigue avanzando,
el estanque donde llegamos
me dice demasiado,
me susurra advirtiéndome
                          ¡Cuándo le has amado!

Y la reciprocidad era nula, escasa, intacta,
mientras esperaba tu marcha,
me imaginaba en otros ojos
pero jamás,
                 
                  ninguno como los tuyos.

Att: La de los ojos infinitos.

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