martes, 31 de marzo de 2015

Canción repetida.


Maldita musa que no me deja acabar,
todo aquello que nunca empecé.
Tú lo llamabas falta de voluntad,
yo insuficiente lucidez.

_______________________



Ese caos fugaz, estrellado,
acompañado de una desidia que no me pertenece,
que no me corresponde;
de un fuego que me quema las entrañas,
de trescientos mil libros sin terminar,
de otros miles por empezar.

De una mente perversa, acabada,
azotada por el viento de la duda,
que se retroalimenta de mi pasado,
que no me permite mirar hacia otro lado,
que sueña sin estar dormida,
que delira sin terminar de estar despierta.

Y mientras,
la locura anárquica de mi cabeza,
tratando de echarte de menos,
únicamente consiguiendo echarte de más.



Att: Silencios incómodos, espacios dañinos.

lunes, 30 de marzo de 2015

Las flores del Corán.

Llueve, lloro, vuelve a llover,
resuena la tormenta interna en mi cabeza
y parece amanecer,
entre bastidores desgastados,
aferrados a un clavo arrinconado 
en lo más profundo de tu ser.

La duda me corrompe, carcome, destroza
y rehuyo de la ciudad;
por el campo nunca nos vieron pasear,
tienda de campaña y ruta romántica para dos,
dos ineptos que no supieron nunca amar.

Exiliada de mi misma mientras suena Supergrass.



Att: Repetición.

domingo, 29 de marzo de 2015

La sencillez del delirante.

Lunes, ocho de la mañana, sólo me sirvo un té,
te recuerdo:

Miro en el cristal y veo tu reflejo,
cuando me abrazabas por detrás,
cuando el mundo era más cuerdo.

(Menos enfermo.)

Se acaba el día y llega el invierno,
me gusta sentir el frío,
aunque no haya viento;
mi piel sobre tu piel,
escarcha sobre fuego.

Tus besos y mis dedos,
fundiéndose en la ducha,
en mi cama, en tu baño;
siempre supiste hacerme daño.







Att: Espaciado múltiple.

martes, 17 de marzo de 2015

¿Café o té?

De como una noche,
que estaba aterrada, meditabunda y repleta de inquietudes,
apareciste por mi puerta, ,
tan bien vestido como siempre, con esa chaqueta marrón que tan bien te sentaba
y un cigarro entre tus lánguidos dedos, dedos de pianista,
pese a que jamás se te hubiera ocurrido tocarlo.

Me cogiste entre tus brazos,
preparaste una taza de café, y con tan sólo un beso;
un beso en la frente, tan cálido, suave, tan profundo,
me inhibiste de mis pensamientos;
sacaste la penumbra de mi alma,
e iluminaste mi mirada,
con tan sólo un beso,
tan frágil y tan quebrado,
como mi estado de ánimo.

Que pese a parecer irrompible,
hacía tiempo que estaba destrozado,
y no roto en mil pedazos como solemos imaginar,
como nos han impuesto pensar.

Era como aquel tugurio mal oliente al que solíamos ir,
oscuro, pútrido e infecto de seres sin escrúpulos,
de algunos rotos como yo,
y de soñadores como .

Situaciones difíciles para personas aún más difíciles,
nuestro consuelo,
tan desgastado y lisiado por el paso del tiempo,
que pendía de un hilo.

El único hilo del que disponíamos,
la última oportunidad;
finalmente se rompió.

Y en ese momento, en ese mismo instante, me rompiste el corazón.








Att - Resquicios de un mal viaje, un mal café y una pésima noche.